Linne volvió de Bolivia y se puso a escribir

"En Los domingos para dormir (Entropía, 2008,164 páginas), los diez cuentos del libro sorprenden por su contundencia, por la potente prosa que nos envuelve, entre la musicalidad y las máximas de una narradora mezcla de femme fatale y chica de provincia tercermundista."

"A partir de un pop minimalista y lúdico, Budassi parece renombrar el mundo a través de su prosa poética con ecos de Lispector y Puig"


(graciassss)

"La ironía después del barroco"

Esta reseña salió publicada con la nota de tapa del Suplemento de Cultura de Perfil, una entrevista a Daniel Sada; pero han discriminado de la versión online el texto que copio abajo.

Cada tanto la crítica elabora hipótesis vinculantes entre escritores diversos a partir de conceptos más o menos duros. La narrativa del mexicano Daniel Sada formó parte, junto a Jesús Gardea, Ricardo Elizondo o Severino Salazar, de lo que se llamó, en la década del ochenta, “literatura del desierto”.Y si la procedencia o el escenario (en este caso, el norte de México) suelen ser apenas un elemento desde el cual juzgar, la obra de Sada, anclada, sí, en el desierto, contiene el tinte barroco, tardío, del cubano (tropical) Lezama Lima y claros guiños a la picaresca. Pero su extensa producción lo coloca en el centro, en el marco de un panorama literario bien diverso; en el que novelas como Casi nunca tienen el innegable sello de lo extemporáneo. El libro viene a reafirmar, en el sistema Sada, la singularidad del siempre llamado “autor de culto” que nos remite, sin embargo, a una literatura concebida en el pasado, un ciclo que termina de anclarse en el Siglo XX.
En su libro de cuentos Todo y la recompensa (2002) hay dos elementos que pueden leerse, en primera instancia, como claves que operan para profundizarse en su reciente novela. Por un lado una mirada sobre tópicos específicos; por otro, una posible filiación literaria. En el relato Juguete de nadie, Sada recrea un universo que continuará luego: la vida sofocante, la esclavitud imposible de redimir, de una prostituta; el sexo y el dinero como las formas típicamente mediadas en el ejercicio de las relaciones de poder. La distancia próxima del narrador en tercera persona se retoma en Casi nunca, con diálogos intercalados como chispazos elocuentes en el imbrincado discurrir de la prosa.
Como epígrafe al relato Después se lee la frase de Salvador Elizondo: “Somos, quizás, la actualización de un presente”. Pero si en los textos de Elizondo residen los puntos de contacto más visibles, es esa filiación la que permite pensar su propio abismo, los efectos de lectura refractarios entre uno y otro. Los soliloquios de Elizondo contienen, en un punto, la condena de encerrarse en su propia naturaleza disruptiva; el diálogo que plantea su obra manifiesta propiedades reflexivas que la hacen volver una y otra a vez sobre sí mismas. En cambio, Sada crea módulos dramáticos casi objetivistas; la estructura de la trama y los personajes se propagan más allá de sí mismas y resguardan una clara referencialidad. Suele decirse que Elizondo proclamaba –una utopía vanguardista (histórica), a fin de cuentas- que había que prescindir del significado. Casi nunca tematiza no sólo el amor, las convenciones sociales que se imponen en cada determinación de Demetrio, el protagonista, si no también el choque (la novela está ambientada entre el 45 y el 49) entre lo local y lo universal, poniendo en contraste las realidades mundiales que generan las potencias europeas y estadounidenses en el páramo de los pueblitos mejicanos: “Se le removían las tripas de pensar que abordaría un avión que tal vez transportara ¡una bomba! Asociación miedosa ennegreciéndose...”, dice Demetrio en relación a lo que ha escuchado decir sobre Hiroshima.
Si algunas “rara avis” literarias esconden su fuente de artificiosa juventud en textos de tradiciones más bien extravagantes; por qué no admitir la suave reverberación del estilo de otros dos autores disímiles, contemporáneos, en Casi nunca. Por un lado, la sintaxis quebrada, la libertad con que se tensan las escenas en la narrativa del norteamericano JP Donleavy (que incluye el pasaje de primera a tercera persona, recurso que Sada usa en contadísimas ocasiones) en libros como Cuentos de hadas en New York. También los ecos de la obra del portugués Antonio Lobo Antunes (más preocupado, sin embargo, por el tiempo y la subjetividad) cuyos textos también comparten el goce explosivo por el hipérbaton, llegando a extremos de dislocación absoluta propia de las sínquisis de Góngora (a quien Sada, podríamos adivinar, ha leído). En Casi nunca conviven también gerundios y oraciones unimembres con una hiperconciencia del lenguaje que incluye la aceptación, por momentos extrema, de la ambigüedad y la polisemia de cada término: “Mientras se dirigía a la estación aérea (...) reforzaba su empeño de caminar airoso por el pavimento, decimos “airoso” porque el vientecito de ese lugar estaba acariciando: maneras de envoltura quizás, a bien de depurar un sortilegio viajero: “Hi-ro-shi-ma”.“Mi-re-ya” (...), briznas verbales”. Las apelaciones al lector, la irrupción precisa, puntualmente dosificada, del narrador en primera, la ironía permamente, hacen que, en su compleja urdimbre, la novela narre en varios planos simultáneamente sin dejar de lado, como podría pensarse, la intriga que mueve a la trama en su sentido más convencional, algo por lo que suelen abogar los lectores más cómodos, a quienes Casi nunca desafía, pero no expulsa.

Los editores pulenta nos juntan con simon


Cuarteto de norr -groso ser mayoría mujeres eh


Jueves 19 de marzo | 21 hs | C. C. Pachamama (Argañaraz 22)

Leen:
Sonia Budassi (Los domingos son para dormir, _cuentos)
Mariana Dimópulos (Anís, _novela)
Alejandro García Schnetzer (Requena, _apostillas)
Pola Oloixarac (Las teorías salvajes, _novela)----Moria Salvaje----

Las amigas bellas nos contagian su glamur


"Me hizo acordar a ti, sonya. Tu versión retro glam no-muppet."
¡gracias, m!

dicen que "Hay que leerlo"!!!!!

Alejandro Caravario (qué emoción, qué honor, ¡sus novelas me gustan tanto!) reseña Los domingos son para dormir para la Revista Llegás
Uno, varón al fin, podría caer en la tentación de leer Los domingos son para dormir, el muy bello libro de relatos de Sonia Budassi, como fisgón. Quiero decir, adentrarse sigilosamente en territorio femenino y auscultar la intimidad (meditaciones, anhelos, preferencias sexuales, soliloquios inconfesables) de esas heroínas sencillas, como las que alguna vez invitamos al cine o les propusimos un porvenir sereno y colmado de niños. Sería una lectura instrumental, de servicio, acaso valiosa en el arduo mercado de la seducción y la conquista, pero condenada al desconcierto. Porque las mujeres que animan los cuentos de Sonia son incompletas, vacilantes, inestables. Habitantes de un mundo de transiciones, un limbo en el que se superponen (no se suceden, ahí está el problema de esta gente) la inocencia infantil y el rigor de la adultez, el legado familiar (aquella información segura y anticuada) y el protocolo de la chicas modernas con aspiraciones profesionales, la periferia (el pago chico) y el centro. Escenario clave, la casa. Allí se juegan los pormenores del coto femenino. Sólo que el lugar que antes protegía es ahora la exposición de un tablero que nunca se acomoda, donde todo es desorden. El relieve caótico de la soledad. Como en “Todo lo de anoche”, un cuento sobre la resaca del domingo (un día para dormir), en que una joven junta sus pedacitos y los de un departamento estragado. Aun así, sobrevive en ella (y creo que en todos los personajes de Sonia) un resto poderoso de voluntad erótica (sus chicas son chicas guerreras, atentas al delineador y a los efectos de las medias de red) que su compañero desaira. Pero no es el desamor sino la eventualidad pura lo que resalta el encuentro fallido, el sexo insípido. Por lo demás, los hombres de Los domingos son para dormir -borrosos, fuera de foco- suelen ser insuficientes. La casa, decía, porque los gozos y las sombras de las roommates (veinteañeras en vías de desarrollo) son un tópico que el libro examina en forma recurrente. Las roommates colocan en primer plano, polarizada, la mezcolanza de la formación sentimental. “Las cosas que brillan a mi alrededor”, un relato que me gusta especialmente, es el que ejecuta con mayor énfasis esta confrontación. Clarisa, la chiruza (un gran personaje, cifra de la sensibilidad budassiana), y Fabiana, la separada y audaz. Complementarias en un compinchismo de superficie, la colisión entre ambas es inevitable. Y también, tal vez, es inevitable el melancólico final que tritura el cuento de hadas de cierta clase media acerca de la disposición feliz de las mujeres al matrimonio y la familia. La infancia se intercala en los relatos como referencia y contrapunto constantes, y la fruición de la narradora se palpa en el detalle: Mujercitas, caramelos Sugus y Media Hora, Palitos de la Selva, Pequeños Ponies, Barbies y un largo etcétera que, además de registrar una época, apoya las historias en un espacio verificable, que se describe con ojo de cronista y cuyas señas particulares más elocuentes son precisamente las marcas, los nombres propios que definen conductas y pertenencias culturales. Ay, la infancia y los saberes de la infancia dañados por el páramo de lo real se cuelan como apuntes dolorosos. Pero nunca forzados (el páramo más crudo se narra en “Acto de fe”, tal vez el mejor cuento, una pesadilla también doméstica en el exilio extremo, metafísico). Y, al mismo tiempo, contribuyen a airear, a darle un ritmo incesante, hecho de saltos, a la primera persona que domina el libro. “Me pregunta qué opino (pienso: mediocre) y le digo que hay algo que no termina de cerrarme, frase que, lo sé, inquieta a hombres como él. Mi interés pasa por otro tipo de temas, no sé si soy la indicada para dirigir tu tesis, no, no es que no me interesa en absoluto (el café está frío y el edulcorante que trajeron tiene ciclamato y sacarina, un gusto asqueroso).” Como en este fragmento de “Roommates”, la prosa de Sonia circula de continuo en distintos niveles, se interrumpe, retrocede y acota, evoca y compara, dentro de un espinel inagotable que vitaliza el texto y es la forma perfecta de la vacilación, de esa primera persona desperdigada. Es también un recurso envolvente, impregnado de humor, que mantiene al lector a rienda corta. Curioso, voraz.

En medio del campo de batalla


saludos a sergei, andrei, sonja, vladimir, anya, larisa, esteban
y a todos los rusos que me conocen

y que me están escuchando.
*********
¡UPDATE URGENTE de sábado a la noche!
Recibo esta imprescindible información de fuentes que eligieron resguardar su identidad:
"Su nombre en ruso es muy curioso"
, dicen. Chequié la fuente y tenía razón. Haga click aquí mismo, ingrese su nombre, preferentemente en letras mayúsculas y apriete la tecla Enter.

Una vez más, lo mejor del periodismo diario sucede cuando publica asumida ficción

La última huelga de los basureros.
Por Bernardo Kordon (1915, Buenos Aires - 2002, Santiago de Chile).

"El hecho se produjo en la mañana del 22 de diciembre. El camión Dodge unidad Nº 207 de la Dirección General de Limpieza se encontraba en plena labor por la calle Arenales. Su equipo de cuatro peones se distribuía a razón de dos hombres por acera. El vehículo estaba detenido en el centro de la calzada y este detalle provocó la protesta de Isidoro Camuso, industrial de 45 años, que conducía su Valiant chapa 597.905 de la ciudad de Buenos Aires.

Isidoro Camuso hizo sonar repetidas veces la bocina para exigir que el camión le cediera el paso. Su conductor asomó la cabeza por la cabina y echó una mirada distraída al irritado automovilista, sin mover una sola pulgada su pesado vehículo. Justamente en ese instante los recolectores transportaban los enormes tachos pertenecientes a los edificios señalados por los números 1856, 1858, 1845 y 1849 de la calle Arenales, que no cuentan con sistemas de incineración de residuos. Si hemos señalado que el conductor detuvo el camión en medio de la calzada, obstruyendo el paso al tráfico y se mostró impasible a los requerimientos del automovilista demorado, debemos por otra parte considerar algunas normas de principios laborales. En medio de la calzada el camión se mantiene a igual distancia de los peones que trabajan en cada acera, detalle de importancia cuando se considera que los tachos de basura son tan pesados como molestos de cargar. Por supuesto, nunca un conductor de camión recolector de basura explica ésta u otras razones a los automovilistas impacientes, limitándose a echarles indiferentes miradas desde una cabina que los eleva unos cuatro metros del suelo.
¡SIGUE!
Vía Diario Crítica de la Argentina
"Una casa que es una escuela mutante de pérdida del cinismo"

Me gustó esta frase que usa federico levín para referirse al CC pachamama en su crónica sobre el último encuentro del quinteto.

Me gustaría vivir en una casa así (aunque todo bien, no en el pacha propiamente que ya tiene sus propios naturales habitantes).

¡Am! ¡Pará de chamuyar! II



Florencia Goldsman me hizo esta entrevista (con generosa intro) para la revista Quid que salió en febrero. Hablamos de Los domingos son para dormir y un poco de las hermanas alucinantes de Mujeres de Dios, de las revanchas que se cumplen a través de los libros, de los estereotipos, las superposiciones y puede hacer click para agrandar, leer y ya.
(¡Qué cara de buena que tengo cuando tengo cara de dormida)

bizarre

Un playmóvil habla del libro de un muppet ¡qué degeneración!

Los domingos son para dormir de soña+Hegel =
una reseña simpatiquísima de un juguete hipotético y articulado.

para un domingo de lectura y trabajo, trabajo y lectura

"Los veleros en la Bahía se inclinan por completo; las olas están afiladas, inquietas. Desde Alcatraz, el faro manda señales en pleno día. Todos mis amigos no están ahí. Cuesta acometer este trabajo, esta enorme carga de los sueños. Sólo los libros dan algún consuelo".

Conquista de lo inútil.
Werner Herzog.
(Diario de filmación de Fitzcarraldo)
Traducción: Ariel Magnus. Entropía; 2009.
para matizar aquel espíritu rumbero que se me atribuye en screamings and whispers.

Los domingos son para dormir alcanza las páginas de la revista de cultura masiva""

reseña publicada en la revista Ñ
Por Guido Carelli Lynch, vía Entropía

“Compulsión a la repetición” es el título de uno de los nueve relatos de Los domingos son para dormir, el primer libro de cuentos de Sonia Budassi y, también sin querer (queriendo) una declaración estética de la autora sobre su propia antología.

No se trata de reiteraciones sintácticas y mucho menos de una falencia de una escritora que ha dado sobradas cuentas de su manejo del idioma. Es, más bien, la reconfirmación de una voz, de un tono unificador en cada cuento, que terminan por sellar una unidad narrativa bien palpable."

(...)

Maguila apuesta por la dama y super recomienda Los domingos son para dormir!!!

Los domingos son... vence, por un segundo, a Villoro:

"Compré “Los domingos son para dormir“, básicamente, por dos razones: por un lado confío mucho en el criterio editorial de Entropía, (...); por otro lado había leído dos cuentos de Sonia Budassi (”Capacidad de adaptación” y “Nada para hacer” en esas antologías temáticas de jóvenes narradores que publicaron en los últimos años) y me gustaron mucho. Así es que estaba buscando un libro de relatos, dudé entre Los Culpables de Villoro y éste y terminé apostando por la dama. No me arrepentí, en absoluto."

(Apueste por la dama usted también!!!!)



(...)

"Me gusta la manera de escribir de Sonia Budassi"

(read it soon!!)

(...)

"Tanto en lo formal como en lo estético se nota mucho laburo en cada cuento, me imagino a Budassi revisando sus relatos con minuciosidad de artesano (artesana en este caso), cortando frases, sacando palabras, moviendo párrafos, corriendo comas, buscando sinónimos, puliendo cada cuento hasta que brille, algo que solo hacen quienes sienten mucho amor y pasión por la literatura. Los resultados están a la vista.
La economía de recursos, la eficiencia de sintaxis, la confianza en el lector, el talento creativo y el dominio incuestionable del lenguaje que posee la autora, sumados a mi siempre subjetiva valoración estética (o sea, aparte de todo lo expuesto, los cuentos me parecieron hermosos), me llevan a recomendar la lectura de “
Los Domingos son para dormir”, no se van a arrepentir."

(¡¡¡busquelo ya en las librerías más pipí cucú!!!)

leala completa la reseña completa, que para algo el muchacho se tomó el trabajo de escribirla!

Los fanáticos de Palermo y de Parque Rivadavia noooo tienen razón

(Sobre Hacer el odio de Gabriel Bañez. Publicado en la columnita "La biblioteca ideal" del Suple de Cultura de Perfil. No es una reseña así re estricta lo que va en esa sección)
Las ciudades pueden ser, con perdón de la obviedad, territorios geográficos o mapas simbólicos. Es posible imaginar, desde luego, el sonido y los olores de cada centro, de cada barrio, de cada pueblo o metrópolis y también las convenciones y saberes que los trascienden.¿Qué pasa con los libros y su disposición, en qué lugar colocan los lectores, los escritores y la crítica a sus librerías? Un periodista peruano pregunta a un escritor y a un crítico dónde puede comprar libros. El crítico responde "en la zona de Palermo". Declaración que enciende el debate con el otro, que considera casi un acto de irreverencia aquella recomendación.
El nada for export Parque Rivadavia, epicentro caótico y riquísimo de compra y venta está, por ejemplo, sobrevalorado. O no: Parque Centenario está subestimado. Sin expectativas, bajo la influencia de los fanáticos de Parque Rivadavia, recorro los puestos del Centenario esperando ver libros de texto, recetarios de cocina, a lo sumo algún manual del tipo "hágalo usted mismo". Pero descubro, prejuicios inútiles, varios libros de narrativa en esas oscuras y prolijas cajas de exhibición. Impecable a pesar de sus más de 20 años, compro Hacer el odio, novela del platense Gabriel Bañez (que acaba de ganar el premio de Novela Letra Sur con La cisura de Rolando) que se publicó en 1984. Entre la sordidez, la inteligencia y el morbo, el personaje atenta contra casi todo sentido común en sus relaciones y se aleja de cualquier atisbo bien pensante o políticamente correcto (en tópicos vueltos lugares comunes como el de los desaparecidos o el nazismo); es difícil imaginar el efecto de lectura que generó en el contexto de su publicación, uno de los tantos elementos que convierten al libro en un necesario objeto de rescate. Los desplazamientos por La Plata, al mismo tiempo, contruyen un mapa arborescente (¿diagonal?) de sentido sobre el texto, que señala los pasos sobre los que hay que desconfiar."Me reí, esos rasgos de urbanidad siempre me parecieron risibles. La violencia contenida, esa forma decorosa de sobrellevarla, de encubrirla, también es un producto urbanístico muy argentino".

ya lo dijimos, chico


¡HOOY!
Las teorías y el cocinero, salvajes, reunidos por primera vez!
SHOW ALIVE!